jueves, 3 de marzo de 2011

Negado tres veces (I)



Como un ciclo, todo se repite. El dolor vuelve, la sangre circula más rápida de lo que debería y los pensamientos, los recuerdos y las intenciones se tambalean entre sueños, pesadillas y la cruda realidad. La desesperación de ofrecer y encontrar el rechazo. La desesperación de pagar de una vez todos los errores cometidos. La desesperación del que perdona y no es perdonado. La desesperación del que tiende una mano y ve como se la cercenan con una mirada, con una palabra, con un NO.

Negado tres veces como aquel que dio su vida en una cruz. Una cruz que cada uno llevamos en esta vida, un cruz que tal vez alguien te ayuda a sobrellevar. Una cruz en la que te ves clavado por el centurión que un día te apoyó y ahora huye subido en el carro de tus recuerdos, de tus consejos y de tu piel.

Negado tres veces hasta desistir. Sabiendo el error, ofreciendo perdón y pidiendo disculpas sin saber por qué, sin saber de qué, pero con tal de una segunda oportunidad. Una segunda oportunidad para llevar una cruz, para hacerla astillas a cada paso. Solo eso pido. Solo un NO recibo.

Ahora es tiempo de huir, de no mirar atrás, porque no hay sentido en mirar al cielo y mostrar el arrepentimiento por algo que no se debe castigar, por un hecho en si, por un ideal, por demostrar sentimientos, por tender una mano al débil.

Negado tres veces. Padeciendo de nuevo. Intentando buscar el camino a la resurrección. Intentando sortear los baches de la resignación, del perdón y de la frustración. Pesadilla despierto. ¿Se puede perdonar al que no perdona? ¿Se puede volver pasos atrás a tender una mano?

Muerto en vida… ¿resurrección? Negado tres veces.

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