Escribo para olvidar lo que fui. Escribo para recordar quien soy. Leo el mensaje escondido y recuerdo que aún no soy nada, que nadie me tiene en la oscura senda de su propia amargura mirándome como un alma al que desea tener de nuevo. Si no existe esa mirada, no existo.
Palabras sin destino forman mis demonios del pasado.