miércoles, 20 de abril de 2011

En la más absoluta a nada


Un sudor frío recorre mi frente; se precipitan las lágrimas como los arrepentimientos. Se precipitan los hechos, los errores, las frustraciones y los sentimientos que poco a poco creía haber desterrado. Y forman un cerco alrededor de mis pies que poco a poco crece, llegándome hasta el cuello. Nada resulta ser como quiero, nada sigue el curso que debe seguir.

Intento huir, acorralar un sentimiento y aniquilarlo a sangre y fuego, borrar parte de mi vida si con ello lo destierro. Borrar a quien me tortura entre mis recuerdos, borrarlo para siempre. Borrar esos ojos llorosos que una noche me hicieron estremecer, borrar esa mirada de inocencia que aún me apuñala cada mañana al verme solo entre estas cuatro paredes. Pero se torna imposible. Observo en la distancia lo que tuve ente mis brazos y perdí; lo que huyó de mí; lo que no pude detener a tiempo.

Y ahora que ya es tarde, ahora que solo sirve matar el pasado. Ahora que solo otra herida abierta consigue hacerme sobrellevarlo, mis decisiones se tambalean. Inseguro ante este nuevo infierno que se abre ante mí, ante una extraña que me abraza y me hace recuperar una cordura insana, una seguridad incierta. Culpable de odiar unos ojos tristes y lejanos que un día creí que jamás dejarían de mirarme. Egoísta al tocar unos labios desconocidos que se acercan cada día más. Como quien es capturado en una guerra y no tiene más remedio que luchar para ayudar a su enemigo.

Es triste mirar unos ojos y solo poder ver otra alma que no les corresponde. Es triste querer borrar un sentimiento a cambio de la nada. Pero más triste es ver a quien huye de mí hacia la nada, hacia un pozo sin fondo donde nadie le acompaña, y donde algún día sus errores le desangrarán, lentamente, hasta sepultarle en la más oscura soledad. Da lástima ver como se hunde en la más absoluta soledad mientras se cree convencida de que sale adelante, pero el tiempo siempre me acaba dando la razón y poniendo a cada uno en su lugar, mientras yo sigo impasible en el mismo sitio.

La tristeza de quien no sabe ser feliz con lo que tiene, la tristeza de quien huye de aquel que le dio todo, de quien perdona y entrega cada segundo. La tristeza de quien no tiene a quien abrazar. La tristeza de ver como no quieres que estreche tu mano de nuevo y de obligarme a estrechar otra mano desconocida.

miércoles, 13 de abril de 2011

Brazos extraños....



Ciego. Nublado por las ansias de volar y no mirar atrás, encuentro un nuevo firmamento, donde todo fluye, sigue su curso y nada ni nadie es como parece ser. Entregado a aquello que parece incierto pero que me hace sentir cómodo, entre unos brazos extraños pero cálidos, como aquellos que ahora están perdidos y enredados entre otros misterios. Unos brazos extraños que me empujan al olvido de aquello que no quiero olvidar.

Y aún así, el camino andado me parece infinito. El camino andado me persigue mientras trazo nuevas rutas que me lleven a otro destino. Me persigue, y sin poder girarme, sin echar la vista atrás, me debo al camino. Me persiguen los fantasmas de quien me obliga a olvidar.

Y ahora me obligo, a pisar mis propios valores, a pisar lo que tanto me costó conseguir para poder retroceder, coger impulso y marcar un nuevo infierno a seguir.

domingo, 3 de abril de 2011

Cuando el odio se hace necesario


Segundos, minutos, horas, días, meses, años…el tiempo pasa, vuela, pero las heridas siguen ahí. Unas encima de las otras, unas que duelen, otras que cierran, otras que permanecerán junto a otras, sangrando, día tras día hasta que la alargada sombra del ciprés llegue a su apogeo.

Las dudas, esos cientos de preguntas sin respuesta. Ese no entender, no comprender, como el ser humano puede negarse a sí mismo, a su esencia, a sentir, a llorar, a luchar, a sufrir, a ser feliz. Ese por qué que nunca se contesta, hasta que otra herida quede abierta y tantas preguntas escritas queden borradas, en blanco. Mientras tanto, mientras la herida sangra, no hay sitio para los recuerdos. No hay sitio para uno mismo, cuando algo no es contestado, solo queda el odio.

Triste pero cierto, el odio. Triste tener que odiar para intentar olvidar. Cierto que el odio es el rastro de lo que amas. Triste que cuanto más sientes más odias. Cierto que cuanto más odias más quieres, más vives, más amas…más agónico es el camino que lleva al olvido. Y más profunda es la herida que lleva a la senda de la frustración eterna.

Triste pero cierto que la sangre es amor y odio a partes iguales. Cierto que tu sangre se verá envenenada algún día porque solo te odiarás a ti mism@. Porque amarás a quien sobre su piel ya no se podrán hacer heridas. A quien los cipreses le abrieron el camino de por vida. Triste tener que odiar a quien no dudarías en volver a abrir tus puertas. Triste querer dejar de sangrar.